PARÍS – Los culpables son tres, y en este orden cronológico: Roger Federer, Rafael Nadal y Novak Djokovic. Dos de ellos aún compiten, y hay uno que, por culpa del monstruo que crearon en conjunto, tiene dificultades para salir de la cama.
«Los Grand Slams son los que me hacen levantarme de la cama cada día y saber que tengo que ir a las pistas de entrenamiento», confesó Djokovic en un encuentro con un puñado de periodistas al filo de la medianoche del martes, tras debutar con éxito en Roland Garros.
El serbio no usó ese nombre, pero se estaba refiriendo al «síndrome de los Grand Slam» que creó junto a suizo y el español. Tan exitosos fueron los tres en la conquista de los cuatro grandes certámenes del tenis, que cualquier otro torneo perdió importancia. Muchísima. Todo está en función de prepararse para Melbourne, París, Londres y Nueva York, todos los torneos están a expensas de esas cuatro citas de excepción.
Es en parte por eso que Djokovic llegó a París con 37 años y sin haber ganado un solo título en la temporada, algo que rara vez le sucedió. Ni siquiera llegó a una final. Su mejor juego no ha aparecido en lo que va de 2024, y así es que encadenó derrotas prematuras en varios torneos y una decepcionante gira de arcilla con escalas en Montecarlo, Roma y Ginebra.
Pero no sería la primera vez que llega con dudas a un Grand Slam y luego termina alzando el trofeo de campeón. Es lo que quiere hacer en París, ganar su título número 25.
Y, aunque no lo dijo esta vez, su otro gran sueño en París pasa por ganar en este mes de agosto ese oro olímpico que se le niega desde siempre.
Eso tapa cualquier fracaso en un ATP 250 o 500, también en un Masters 1000. Hace rato que, para bien y para mal, la medida del tenis de primera línea pasa por los cuatro grandes. Responsabilidad del trío que acumuló 66 títulos de Grand Slam entre 2003 y 2023, algo nunca antes visto en la historia del tenis, algo que difícilmente se vuelva a ver.
«Es algo que llevo diciendo desde principios de año y en los últimos años, que los Grand Slams son los que me hacen levantarme de la cama cada día (…). Siempre pienso en lo que puedo hacer en los Grand Slams. Así que aquí estoy. Espero poder hacer otra gran actuación».
Así y todo, Djokovic le teme a lo que venga ahora, tras un convincente debut ante el francés Pierre-Hugues Herbert.
«Los torneos de Montecarlo, Roma y Ginebra empezaron muy bien para mí. Los primeros partidos que jugué fueron geniales. Luego, los segundos partidos y los terceros fueron bastante diferentes. Así que no quiero emocionarme demasiado», admitió sonriente, aunque con gesto cansado.
Djokovic intuye, como intuye todo el mundo del tenis, que su récord de títulos de Grand Slam (24) no será batido. Nadal tiene 22, pero aunque el español tiene cada vez más claro que seguirá jugando en 2025, es improbable que sume más títulos grandes, o al menos la cantidad suficiente para pasar de sus 22 a un escalón superior que ponga en peligro la marca del serbio.
Novak Djokovic no gana un grande desde septiembre en Nueva York. El desafío de llegar al número 25 es algo que lo motiva. O incluso más.
¿Te estás divirtiendo?, le preguntaron en ese raleado encuentro nocturno con Roland Garros ya vacío.
«Bueno, sinceramente, aquí mucho más que en cualquier otro torneo que haya jugado este año, excepto Australia. Incluso Australia fue una especie de batalla cuesta arriba en términos de cómo me sentía en la pista».
«Pero, de nuevo, sólo es un partido. Así que tenemos que ver cómo avanzo en el torneo, cómo evolucionan las sensaciones, pero estuvo bien. Ya sabes, apretaba el puño, estaba concentrado, estaba ahí, estaba presente. Así que estoy contento con la forma en la que me comporté en la pista. Eso era lo que buscaba. ¿Y dónde te vas a sentir así si no es en los Grand Slams?».
Y volvió a sonreír. ¿Lo hará también el domingo 9 de junio?
